De esos temblores que acuden cada vez que se intenta fijar el presente con los sucesos del pasado. Pero ella, que era una mujer decidida, había aprendido a seguir sin más, a seguir adelante con “las cosas buenas y las cosas no tan buenas de la vida”, como le gustaba decir.
Y desde que él se fue, la verdad es que todo parecía haber ido bien, aunque en el fondo sabía que no era cierto, pues también en ese fondo de su corazón le quería como la primera vez que lo conoció, le seguía queriendo y le hubiera gustado saber por qué se fue y por qué dejó aquellas pertenencias en su casa.
Así es, me digo, sospecho que se trata del mismo silencio que me
aísla de los demás y me resguarda, incluso, de mis sentimientos. “Dos personas
son una cuando después de amarse se presentan al mundo sin complejos, sin
interferencias”, vuelvo a leer en voz alta lo que escribí en el cuaderno.
Pero el escritor sabe, mejor que nadie, que después de las
primeras palabras que se escriben para constatar lo que se vive, la vida sigue
su camino en el momento en que se fija la mirada en unos ojos que observan
mientras se pregunta y al mismo tiempo se intenta responder, con calma, con
delicadeza, también a lo que siente la mujer mucho antes que el hombre.
–¿Qué sabremos los hombres de todo esto? –me pregunto ahora yo–. ¿Qué
sabrán ellas de esa pasión que me confunde, que nos confunde a muchos de
nosotros? –me interrogo, sin más, como si en el interior de la pregunta se
encontrara la respuesta.
Son preguntas que terminan en sí mismas, preguntas que me formulo, preguntas que dirijo a una mujer invisible como si fuera esa que en esos momentos está a mi lado, sintiendo de lleno esa incapacidad de amar que me atosiga, una vez que nos vamos conociendo y los imprecisos límites del amor se convierten en la realidad de los días.
Colección: El legado del barón (Narrativa) 2017 El Desvelo Ediciones ISBN 978-84-946820-5-6 180 páginas
Rubén es un escritor que está atrapado en el amor, en las sensaciones y emociones que le provoca. Un amor forjado en varias relaciones que le han marcado: Elena, Dacia, Rosale.
Rubén tiene un hijo, Gabriel, con quien se siente un poco culpable debido a la vida que lleva, a todas estas relaciones que le han marcado y a la obsesión que tiene con su trabajo como escritor. (Tomado de la reseña de ANIKA entre libros).